Lima, Perú. 29 marzo, 2016. América Latina continuará desacelerándose en 2016, con una contracción del PBI regional del -0,9%, lastrado por Brasil. El crecimiento en la mayoría de los países será menor que en 2015 (o continuará con una fuerte recesión, en el caso brasileño). La principal excepción será el Perú, donde habrá un repunte porque entran en operación proyectos mineros que ya fueron aprobados hace años.
Asimismo, el entorno internacional más adverso y algo de ruido político –el ejemplo más claro es Brasil– ha ido goteando sobre el sentimiento de hogares y empresas. En la mayoría de países, los indicadores de confianza se encuentran desde hace meses en claro terreno pesimista (Argentina, Brasil, Colombia y Chile) o en niveles muy bajos (el Perú y México), incluso similares a los vistos durante la quiebra de Lehman Brothers. Esto mantendrá al consumo y la inversión privada debilitados.
Con todo, hacia finales de 2016 –y con más fuerza durante 2017– deberíamos empezar a ver una recuperación del crecimiento en la región, impulsada por tres factores.
En primer lugar, un mayor aporte del sector externo, favorecido por un aumento del crecimiento mundial, por el efecto (rezagado) de la fuerte depreciación de los tipos de cambio y por una cierta recuperación de los precios de las materias primas, especialmente el petróleo y el cobre.
Segundo, la inversión debería recuperar fuerza en algunos países. Este sería el caso de Argentina, donde la eventual resolución del conflicto con los holdouts de la deuda debería destrabar uno de los principales escollos para que la inversión privada repunte. Asimismo, no hay que olvidar que existen ambiciosos planes de inversión en infraestructuras en países como el Perú o Colombia, que deberían dinamizar el crecimiento ya desde mediados de 2016.
Por último, en Brasil, la disminución de la incertidumbre política que probablemente se produzca a finales de 2016 contribuirá a evitar un año adicional de recesión. Con todo, no se anticipa tampoco un crecimiento muy por encima del 1% en 2017.
Estos factores darían el impulso necesario para romper el círculo vicioso de desaceleración, pesimismo y debilidad de la demanda interna. En el caso del Perú, por supuesto le atañen directamente los dos primeros factores, pero tampoco es insignificante el ‘efecto Latam’ que generaría una crisis en Brasil sobre los mercados financieros del resto de países de la región. La disminución de la incertidumbre en el país vecino también será bienvenida.
Con este panorama, la región crecería un 1,9% en 2017. Es una cifra aún baja, pero marcaría el inicio de un punto de inflexión hacia un crecimiento más acorde con su potencial (alrededor del 3%). Más importante aun, permitiría focalizar los esfuerzos de las autoridades en las reformas necesarias para aumentar la productividad, algo imprescindible ante la disminución estructural de los vientos de cola. Por supuesto, en el caso peruano será crucial también que el nuevo gobierno mantenga la apuesta por el modelo económico implementado desde hace más de dos décadas y retome la agenda de reformas estructurales que posibiliten reimpulsar el crecimiento potencial del país.